Hace mucho tiempo en una Galileia muy, muy lejana…
El Sacerdote nació en el 33 AB en
un pequeño suburbio de Belén. Allí la vida era muy tranquila, como en todos los
barrios de las clases medias de Judea, creció feliz con sus amigos y
familiares. En la adolescencia acostumbraba ha hacer lo normal para un joven.
Iban a comer al Macpezones y al Tele-nutria.
Su vida transcurría
tranquila hasta que un día en el instituto politécnico de pesebres y portales
estando de broma con unos amigos dijo Jehová. En aquel momento aparecieron los
estudiantes del último año que le propinaron una Magnificus paliza. El no
entendió porque le habían agredido y cuando se lo explicó al director del
centro, éste al escuchar la palabra Jehová le expulsó del instituto.
Cuando sus
amigos y familiares se enteraron de la noticia le repudiaron y le pidieron que
se marchara. Nuestro amigo no entendía nada de lo que pasaba y cada vez que se
excusaba diciendo que solo era una palabra más collejas le caían.
Se mudó a Jerusalén
donde conoció a un sacerdote un día en el zoco que le explicó que decir la
palabra Jehová era blasfemia. Fue en ese momento cuando nuestro amigo fue
consciente del daño que le había hecho al Dios supremo y el porqué las personas
le habían marginado durante este tiempo. Cuando quiso agradecer la revelación
al sacerdote no lo encontró ya los llevaban a rastras para lapidarlo. A
diferencia de Belén, donde la pena por pronunciar el nombre de dios era el
exilio, en Jerusalén se penaba con la lapidación gracias al decreto real del
23/348.
Nuestro
amigo siguió con su vida temeroso de Dios, de un Dios vengativo y furioso tal y
como aparece en las escrituras. Pensó que si seguía con su vida sin tentar al
todopoderoso nada le ocurriría.
Consiguió trabajo en un Macpezones, contrato a media jornada
y cobrando un shekel al día, los romanos habían implantado la nueva reforma
laboral.
Un día
conoció ha una mujer en el trabajo y el amor surgió. Se casaron y se fueron a
vivir juntos. Lo que no sabía nuestro amigo es que la mujer era de Egipto y no
tenía los papeles romanos de residencia en regla y que en Egipto le esperaba su
familia y naturalmente su marido.
Al año, corría ya el año 0, volvía
nuestro amigo del trabajo, estaba teniendo un día maravilloso, le habían ascendido
y cobraba un shekel más al día, compró unas flores en el zoco y se dirigió a
casa. Cuando llegó su maravilloso día se esfumó, encontró a su esposa con otro
hombre en una situación lúbrica.
Su esposa le explicó todo bajo la mirada de su marido autentico, que
era gladiador de Alejandría 33 victorias consecutivas. Al verse traicionado
otra vez por la gente que le rodeaba nuestro amigo salió a la carrera y se
monto en un camello, bebió y bebió aquella noche vino de Judea mientras iba en
el camello. Finalmente acabó estrellándose con el camello por conducirlo borracho
y a altas velocidades, 5 Km. /h. Tras el accidente levantó su mirada y vio un
cartel de la escuela sacerdotal. Entonces lo comprendió todo, tenia que
redimirse ante Dios por haber blasfemado durante su juventud.
A la mañana siguiente entró en la
escuela y comenzó sus estudios. Durante años que le costaron muchísimo
esfuerzo, tenia que trabajar en el Macpezones y estudiar infinidad de textos,
se presentaba a las oposiciones de sacerdote. Pero suspendía ya que con la
crisis de Roma redujeron las candidaturas sacerdotales a 2 por año.
30 años mas tarde consiguió
aprobar, su ex-mujer y la familia de ésta le habían ayudó mucho para estudiar
tras reconciliarse al aclararse todo la
verdad. Llegó el día tan esperado el sacerdote iba a oficiar su primer juicio
por blasfemia, según sus cuentas tendría que realizar más de 400 para hacer las
paces con el todopoderoso, pero de momento tenia el primero algo sencillo un
tal Matías hijo de Deuteronomo….
MacNíficus MacPezones!
ResponderEliminar