Érase una vez una niña que vivía en unos
campos alejados de toda civilización. Vivía ahí junto a sus padres y junto a
sus amigos invisibles. Por inimaginable que parezca, por aquel entonces, no
existía la tecnología punta que nos aliena hoy en día, por lo que tenía tiempo
para la reflexión. Su padre Platón fomentaba la búsqueda de la verdad, la razón
de la existencia humana. Por tanto, la niña, viviendo en territorio solitario
se dedicaba a acompañar a sus padres en dicha búsqueda. Ella interrogaba a las
mariposas, a los búhos e incluso lo intentó con algún cerdo, lamentablemente
sin éxito alguno. A continuación empezó a buscar la respuesta en las piedras,
plantas y hortalizas. Dedicaba horas a jugar con las hortalizas de su huerto.
Le encantaba jugar a berenjenas y calabazas, versión adaptada de moros y
cristianos. Jugando y experimentando, terminó por desfigurar a la calabaza,
obteniendo finalmente una imagen semejante a una cara, concepto que siglos
después fue retomada por los Gringos con su curiosa fiesta de “Halloween”… Pero
bueno, sin desviarnos de esta historia, la niña fue creciendo y haciéndose
mayor, terminando por ser una mujer hecha y derecha que recorría millas y
millas hasta civilizaciones lejanas en busca de la verdad. Ella creía
fehacientemente en el concepto de “truco o trato”, con el fin de encontrar la
verdad absoluta que describa y explique la función pragmática y trascendental
del ser humano en la tierra y en cada cultura. Iba de casa en casa preguntando
por truco o trato, pero no obtuvo respuesta significativa alguna.
Fue tal el vínculo afectivo que creó con la
calabaza que terminó por desarrollar el Complejo de Electra. Se había
obsesionado con su calabaza, considerando que no era a través de otros, sino a
través de ella, de donde iba a encontrar el sendero de la verdad. Lamentablemente,
la calabaza acabó por pudrirse. La mujer de la calabaza, obstinada, concluyó
que esa no era la calabaza verdadera, por lo que debía ser otra.
Así fue recorriendo las calles en busca de la
calabaza encantada. Un día por casualidad, o causalidad, la mujer de la
calabaza topó con una calabaza que se dice, pasó por manos de un tal Brian….
Ella, segura de sus creencias y dispuesta a transmitírselas a todo aquel que
estuviera dispuesto y abierto de mente, piensa seguirla, dado que siente, desde
su ser más profundo que ESTA CALABAZA es la portadora de la VERDAD y de la
RAZÓN DE SER. ¡SIGÁMOSLA!
¡Truco o trato! Jaaaaaaaaajajajajajajajaa
ResponderEliminarToooodo está conectado... esta biografía es otra prueba más XD
ResponderEliminarAncestra de la calabaza putilla, eso está claro...
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