domingo, 18 de noviembre de 2012

Biografías: el Profeta desesperante

Según fuentes históricas dispares (que rara vez coinciden en lo mismo), este profeta nació en Belén, en el acomodado seno de una familia de clase media (en aquellos tiempos, ser de clase media implicaba la posesión de un burro y un enebro). Él no lo debió sentir tan cómodo, pues tras el parto, volvió a introducirse en el útero materno, por lo que la madre tuvo que llevarlo 2 meses más en su vientre. Le consiguieron sacar de allí mandando a un pequeño grupo de centuriones.
Ya desde pequeñito, comenzaron a dejarse ver sus aptitudes proféticas, empezando por predicciones sencillas: el tiempo que haría, los bebes que partirá el rey Salomón, la infidelidad zoofílica con ovejas de Moisés, etc. Poco a poco iría ganando fama entre los lugareños, realizando giras por los pueblos de su región. Pero no es oro todo lo que reluce (si no, que se lo digan al rey Midas). A la edad de 24 años (en plena vejez), cuando estaba en el clímax más exitoso de su carrera como profeta, sufrió una crisis de identidad, perdiendo las ganas de vivir y continuar con sus predicciones. Renegando de la fama, intentó abrazar un nuevo modo de vida más estoico, parecido al de un eremita. Se exilió lejos de su territorio, llegando hasta Antioquía, donde estuvo residiendo año y media, hasta que el  precio de los alquileres subió. En ese momento, acuñó su célebre frase (referido a la subida de precios): "Si Dios lo quiere, que lo pague él". Ante tal blasfemia, presenciada por un tal Pablo de Tarso, fue expulsado de la ciudad y devuelto por las autoridades a su Belén natal. Fue duro, pues se había vuelto adicto al baklavá. En el trayecto de vuelta, mientras atravesaban el desierto, miró los lirios, hecho que fue completamente significativo en sus profecías posteriores. Su visión de la realidad se volvió difusa (pudo ser debido también al tamaño de sus legañas). Hizo el petate y partió hacia Jerusalén. Allí comienza su segunda etapa profética, luciendo una nueva y frondosa barba. Sus nuevos vaticinios se hicieron cada vez más y más surrealistas, citando martillos perdidos en una amistad, correas sin nada que amarrar, el desasosiego general de poblaciones venideras, etc. Obviamente, era un adelantado a su tiempo, eran augurios demasiado intelectualistas, abiertos a varias lecturas, pero el público prefería las profecías de sangre y tripas. Su defunción tuvo lugar un martes, en el bazar central, sobre las 16:45, cuando sufrió un ataque cardíaco provocado por un mal regateo.

Renombrados historiadores, estudiosos de sus profecías, están de acuerdo en que "Esperando a Godot", en comparación con sus predicciones, es un cuento de niños.

3 comentarios:

  1. El mal regateo va a acabar con todos nosotros, esta obra tiene más filosofía de lo que parece. Me encanta!

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  2. "La infidelidad zoofilica con ovejas de Moises" (¿?)

    XD

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